Conversatorio en el Senado de México – Discurso de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre el impacto de la COVID-19 en las mujeres y niñas
Sen. Mónica Fernández Balboa, Presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República
Dra. Olga Sánchez Cordero, Secretaria de Gobernación
Lic. Marcelo Ebrard Casaubon, Secretario de Relaciones Exteriores
Sra. Alicia Bárcenas, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL
Sra. María-Noel Vaeza, Directora Regional de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe
Sen. Ricardo Monreal Ávila, Presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República
Dra. Nadine Gasman Zylbermann, Presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres
Sen. Martha Lucía Micher Camarena, Presidenta de la Comisión para la Igualdad de Género del Senado de la República
Senadoras y senadores
Amigos y amigas
En primer lugar, espero sinceramente que ustedes y sus seres queridos estén bien y seguros durante este periodo tan difícil.
Durante meses, la pandemia de la COVID-19 ha desafiado a nuestras sociedades, a nuestros gobiernos y a nosotros mismos, afectando las vidas de miles de millones de personas en este planeta, y poniendo a prueba nuestro liderazgo y nuestra humanidad. La superación de la pandemia seguirá exigiendo una acción, que hasta ahora no hemos visto, una acción decisiva y coordinada. El Secretario General de la ONU ha señalado con claridad que la pandemia ha mostrado una vez más la importancia del multilateralismo. La importancia de dar respuestas globales a desafíos globales que la pandemia requiere. Porque nadie va a estar a salvo, salvo que todos estén a salvo. Requiere necesariamente una respuesta basada en la solidaridad global, decisión, coordinación e innovación por parte de todos y para todos y todas.
Una cuestión está clara: ésta es una crisis humana y, como tal, los esfuerzos de respuesta y recuperación solo serán efectivos si los derechos humanos son su eje rector.
El Secretario General, mi Oficina y otras agencias y entidades de las Naciones Unidas han estado brindando activamente orientación en estos esfuerzos de respuesta y recuperación. Les quiero comentar que el Secretario General emitió primero una directriz sobre COVID-19 y derechos humanos, luego unos principios sobre COVID-19 y mujeres y niñas, y nosotros también hemos emitido guías sobre muchas temáticas sabiendo que hay sectores más vulnerables y más afectados, entregando recomendaciones muy claras, una guía sobre COVID-19, mujeres y niñas, sobre migrantes, sobre prisiones, sobre personas mayores, sobre personas viviendo con discapacidad, sobre defensoras de derechos humanos, sobre personas de la comunidad LGBTI y personas viviendo con VIH-Sida, hasta ahora. Y continuamos trabajando en distintos enfoques que creemos que pueden ser útiles con recomendaciones muy claras a los gobiernos.
Ahora mismo, nos encontramos en un período complicado, con algunos países que sienten que ya tienen relativamente controlada la situación, empiezan a reabrirse después del confinamiento. Hemos visto que estas reaperturas tienen que ser graduales y cuidadosas, porque hay países que fueron muy aplaudidos por su excelente respuesta, como Japón, Singapur y Corea del Sur y al abrir nuevamente resurgió el virus porque éste queda en la comunidad. Entonces, hay que tomar las medidas guardando todas las indicaciones de higiene sin duda y de distanciamiento social. Pero hay otros países y en particular la región de las Américas, donde hay un aumento de tasas de infección y de mortalidad. La Organización Mundial de la Salud ha señalado que los países más afectados en términos de porcentaje por millón de habitantes, son Brasil en primer lugar, Perú, Chile y luego México.
Es probable que subsecuentes oleadas de la COVID-19 ocurran en diferentes lugares y momentos, y con diferentes grados de gravedad. De esa manera, se hace evidente que tenemos dos deberes esenciales: superar la epidemia, pero sobre todo reconstruirnos mejor. Todos estamos de acuerdo en que no podemos volver al día cero. No sólo en relación a las mujeres, sino también, porque la percepción que tenemos (si vemos los 80 países que tuvieron fuertes protestas en la calle durante el año pasado) es que la gente no está contenta con el sistema económico existente, siente que la democracia no le ha cambiado la vida para mejor y quiere mejorar también la democracia. Creo que al reconstruirnos mejor tenemos que lograr una nueva economía, inclusiva y sostenible, porque esta pandemia, como el Ébola, como el SARS, y el MERS, son todas zoonosis, es decir, transmitidas de animales, y muchas veces animales no domésticos, a seres humanos. Y es porque además no hemos respetado la naturaleza ni la biodiversidad. Entonces, hay muchas cosas que tenemos que hacer justamente para poder crear respuestas que sean duraderas.
Entonces, es vital garantizar que no se deje a nadie atrás: la salud y el bienestar de todas las personas dependen de ello. Porque incluso teniendo una vacuna, ésta debe ser accesible en términos físicos y de costo, a 7 o más billones de habitantes. Eso no es algo sencillo, entonces hay una gran discusión hoy en día y es que la vacuna, cuando se tenga, debe ser considerada un producto público global. Porque claramente necesitamos que todo mundo esté libre del virus.
Y si bien el virus en sí mismo no discrimina, sus impactos diferenciados han dejado al descubierto las desigualdades sociales y económicas de las que se alimenta. Ustedes están en la política, saben que las desigualdades existen y se niegan a aceptar ese status quo. Lo que ha hecho la COVID es que ha desnudado la realidad, pero además ha exacerbado las desigualdades.
Las consecuencias en las vidas de las personas y las economías son claramente catastróficas, siendo la población en situación de pobreza, marginación y vulnerabilidad la más afectada. Las mujeres y las niñas, por ejemplo, corren un alto riesgo, no debido a ninguna vulnerabilidad inherente, sino más bien como consecuencia de la discriminación y la desigualdad por razones de género preexistentes. Y cuando digo ninguna vulnerabilidad inherente también me refiero a algo que es un dato que, si bien todavía conocemos poco en esta pandemia, me ha llamado la atención: se pueden infectar hombres y mujeres por igual, pero mueren más hombres que mujeres. Y hay varias teorías, son interesantes, pero son sólo teorías, y una es que las mujeres al tener dos cromosomas equis, tenemos más capacidad de resiliencia y respuesta inmunológica al virus. Y la otra explicación es que los hombres tendrían una enzima que de alguna manera interactuaría con el virus de otra manera distinta. Quería contar eso porque no hay una vulnerabilidad inherente a las mujeres, sino que son las características de la desigualdad por las razones de género que existen. Esto es particularmente evidente para aquellas mujeres en situación de pobreza o que pertenecen a grupos marginados y discriminados o que trabajan en el sector informal.
Ustedes que, como Senado, como gobierno, van a seguir trabajando en la respuesta a la crisis actual pero después en la recuperación, yo quiero mencionar que tenemos que ocuparnos sin duda de las mujeres, pero tenemos que entender que no todas las mujeres son iguales. En algunas las desigualdades son mucho más profundas, y en algunas se interseccionan distintos factores de riesgo. Porque lo que hemos visto es que los sectores más afectados son los de las mujeres, sin duda, pero también son las mujeres mayores, las personas migrantes, refugiadas o desplazadas internamente, las personas que viven con alguna discapacidad, las personas que viven con VIH, las personas indígenas. Entonces, cuando hay mujeres que pertenecen a estos grupos, son mucho más vulnerables, y es indispensable que las respuestas, no pueden ser neutras, y tampoco pueden ser iguales para todos. Todos necesitan apoyo, pero hay que pensar en cómo se focaliza este apoyo.
Hay un problema que tenemos en todos los países, y creo que México también lo debe tener, es que no tenemos datos desagregados por cada una de estas características que nos permitan identificar a estos sectores mucho más vulnerables. Hay datos desagregados por género, en algunos otros casos hay datos desagregados por etnia, pero no en todos lados. También las mujeres afrodescendientes son afectadas, las minorías étnicas en general están más afectadas.
El mensaje que hemos estado transmitiendo es: tratemos de mirar el tema de tal manera que no dejemos a nadie atrás, de lo contrario, los que siempre han estado atrás van a seguir estando atrás.
Excelencias,
La pandemia está afectando a mujeres y niñas en maneras distintas. Como en pasadas emergencias sanitarias, la actual crisis ha estado acompañada por un aumento de la violencia de género en todo el mundo. Es en particular preocupante la situación de mujeres y niñas víctimas de violencia de género, quienes están expuestas a un mayor control por parte de sus abusadores, con pocos o ningún recurso para buscar apoyo.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) estima que, si las medidas restrictivas continúan, en seis meses habrá, a nivel global, 31 millones de casos adicionales de violencia de género. De continuar las medidas, a éstos se sumarán otros 15 millones de casos cada tres meses. Es importante señalar que incluso antes de la COVID, ya estimábamos que una de cada tres mujeres sería víctima de alguna violencia en el transcurso de su vida.
En América Latina, ya una región con altos niveles de femicidio, hay fuertes señales de un aumento de la violencia doméstica debida la cuarentena o las medidas de distanciamiento. En Brasil, por ejemplo, el Gobierno ha informado que en abril registró un aumento de 35% en las denuncias de violencia doméstica contra la mujer, comparado con el mismo periodo el año pasado. En Argentina, las llamadas a la línea de apoyo se han incrementado en un 39% en abril, comparando con el año anterior. En Chile, el aumento fue de un 70% durante la primera semana de la cuarentena. México no es la excepción, al también registrar un aumento significativo en las llamadas de emergencia al 911.
Como he mencionado en varias ocasiones, para enfrentar esta situación, es fundamental que los servicios de atención a víctimas de violencia se consideren esenciales y sigan funcionando, incluso con protocolos de atención específicos al contexto de pandemia, dadas las condiciones extraordinarias como la falta de movilidad. Debe también haber sistemas de alerta accesibles para informar a las autoridades y proteger a las víctima y lugares seguros, como albergues y refugios para evitar el encierro con los perpetradores. Las cortes de justicia deben seguir dictando e implementando medidas de protección para las víctimas de violencia de género. Y es esencial que las víctimas tengan información clara y accesible respecto los servicios de asistencia y protección.
Es alentador constatar que muchos gobiernos han puesto en marcha medidas de este tipo. Por ejemplo, varios países han establecido teléfonos o líneas directas de emergencia. Otros, como España, Argentina y Chile, han establecido un sistema de palabras clave para que las mujeres que sufren violencia de género puedan ir a la farmacia a comprar un medicamento y puedan decir algo como “necesito una máscara quirúrgica roja”, entonces la farmacia sabe, toma los datos y avisa a quien corresponda para que haya un rescate de esa mujer. En Perú, entre otros países, se han abierto nuevos albergues para mujeres y niños en búsqueda de un hogar seguro durante la crisis. En otros lugares, como Francia, y considerando que uno de los sectores más afectados por la pandemia ha sido el turismo, lo que han hecho es arrendar pequeños hoteles para proveer de albergue a mujeres que no tengan otra opción y permite por lo tanto ayudar también a la economía de lugares que se han visto afectados y donde además trabajan muchas mujeres. En Irlanda, la policía ha iniciado una campaña proactiva y ha contactado a todas las mujeres que habían previamente reportado casos de violencia para asegurarse de su bienestar. En Uruguay, la Corte Suprema ha decidido extender automáticamente todas las medidas de protección que estaban a punto de expirar.
Quiero reconocer la importancia del servicio de atención telefónica 911 para casos de violencia contra las mujeres en México y saludo los esfuerzos que se han hecho para capacitar al personal en este tema. Es necesario que se siga fortaleciendo para superar los retos que presenta, por ejemplo, para asegurar servicios de interpretación para mujeres y niñas sordas. La colaboración con los programas, fondos y agencias del Sistema de Naciones Unidas en el marco de la Iniciativa Spotlight puede contribuir para este fortalecimiento.
También en varios países se han lanzado campañas de información sobre servicios de atención y protección. Las campañas mediáticas son una herramienta para visibilizar el problema social que conlleva la naturalización de la violencia contra mujeres y niñas en el espacio privado y público. Por ello, es necesario que las mismas integren mensajes claros, que las imágenes sean representativas de distintos grupos de mujeres y niñas, se elaboren en comunicación con organizaciones de sociedad civil y personas expertas en los temas, y sean de la más amplia difusión.
Todas esas medidas son bienvenidas y es muy importante considerarlas en su conjunto, para una respuesta eficaz.
Excelencias,
Aunque en muchos países todavía no se tienen datos desagregados por sexo y género sobre la prevalencia de la infección, el rol preponderante que se espera de las mujeres y niñas en cuanto a cuidados de la salud, puede exponerles a mayores riesgos de infección.
En América Latina, las mujeres realizan 73% del trabajo de cuidados no remunerado. En la región, ellas también representan la mitad del personal médico y más de 80% de las enfermeras, el porcentaje más alto en el mundo. En ese sentido, el personal de salud femenino debe contar con material de protección apto para ellas. Ellas deben también sentirse que pueden desempeñar su trabajo sin temor a agresiones físicas o verbales por su labor en la pandemia. Hay países que les han negado la sala de cuna o el jardín infantil a las mujeres que trabajan en la salud pensando que su hija podría contagiar a otras personas. El Sistema de la ONU en México ha hecho un llamado a reconocer el trabajo que ellas realizan y a que se adopten medidas para protegerlas de agresiones en su contra.
El acceso de mujeres y niñas a servicios de salud puede verse afectado por barreras pre-existentes antes de la crisis sanitaria. En la región, por ejemplo, muchas mujeres indígenas y afro-descendientes viven en áreas rurales y sin acceso a transporte público o a internet. He enfatizado la necesidad de hacer que la información esté disponible, incluso en lenguas indígenas, y que el acceso a la atención médica sea una realidad posible para todas, incluidas las mujeres y niñas en situación de mayor vulnerabilidad.
Por otro lado, hemos visto que los países obviamente tienen recursos limitados, y en muchas partes han desviado recursos para poder hacer frente a la pandemia y han dejado de lado, por ejemplo, la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las niñas, incluido su acceso a servicios de salud materna, servicios de aborto seguro y anticoncepción. Recibimos informes de todo el mundo sobre mujeres que no han sido atendidas durante el parto debido a la falta de ambulancias y transporte público para llegar a las clínicas, o debido al incremento de hospitales destinados para la atención a COVID.
En este sentido, encomio la publicación de los lineamientos elaborados por la Secretaría de Salud de México, que clasifica los servicios de atención a la salud sexual y reproductiva como servicios esenciales que deben ser garantizados durante de la pandemia, y exhorto a que esta guía se implemente plenamente a la mayor brevedad posible.
Excelencias,
El impacto de la COVID sobre las economías nacionales todavía está por verse, todavía no hemos visto el impacto total. El PNUD estima que la pandemia puede provocar este año el primer descenso en la historia del índice de desarrollo humano y han estimado que se podría retroceder lo ganado en siete años. Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la pandemia provocará la más grande contracción de la actividad económica en la historia de la región: una baja de 5.3% en 2020.
La crisis económica va a ser particularmente difícil para las mujeres por distintas razones. En América Latina, 40% de las mujeres que trabajan están concentradas en el comercio, restaurantes, hoteles, y trabajo doméstico. En Bolivia, Guatemala y Perú, por ejemplo, 83% de las mujeres que trabajan están en el sector informal.
La recuperación económica debe centrarse en los sectores más afectados y tener una orientación feminista: debe ser reconocido el valor económico y social de las mujeres, en muchas ocasiones mujeres migrantes, en la prestación de servicios esenciales en los sectores de trabajo social y de salud, de servicios de emergencia y limpieza. Esto requiere mejorar las condiciones de trabajo, incluidos los salarios y los derechos de representación de estas trabajadoras.
En los países en desarrollo, la pandemia también ha corroborado la necesidad urgente de facilitar la transición gradual a la formalidad de millones de trabajadores informales, la mayoría de los cuales son mujeres, para construir sociedades más resilientes e inclusivas.
También es fundamental invertir en servicios de guarderías públicas, reconocer el trabajo de cuidado realizado por las mujeres y facilitar la distribución equitativa del trabajo de cuidado no remunerado entre mujeres y hombres.
Las mujeres son también actoras clave en la mitigación y adaptación al cambio climático. Las políticas de estímulo deberían apoyar la transición a una economía más saludable, eficiente en el uso de los recursos y circular, creando oportunidades para que las mujeres adapten la economía verde.
Para que las respuestas a la pandemia tomen en cuenta y aborden la discriminación estructural que sufrimos las mujeres, es esencial que las mujeres mismas, y sus organizaciones, participen de la toma de decisiones.
En repetidas ocasiones he mencionado mi preocupación por la falta de representación de mujeres en los mecanismos establecidos para enfrentar las emergencias en varias partes del mundo. En este sentido, quiero resaltar los esfuerzos emprendidos por el Estado mexicano, incluyendo la participación de mujeres médicas en los grupos de toma de decisiones a la respuesta a la pandemia, así como a la incorporación en estos mecanismos de Secretarías e instituciones especializadas en temáticas transversales de igualdad y no discriminación.
También quiero reconocer la importante labor de los grupos de mujeres, de defensoras de derechos humanos, de organizaciones y colectivos para poner en la agenda pública la situación de las mujeres en el contexto del confinamiento, incluso las desigualdades en las tareas de cuidados y la violencia doméstica.
Mi Oficina, trabajando de cerca con agencias del sistema de Naciones Unidas, ha brindado asesoría y apoyo a los Gobiernos y la sociedad civil, promoviendo respuestas a la pandemia que respeten los derechos humanos, incluyendo los de las mujeres y niños.
En México, por ejemplo, hemos coordinado espacios de intercambio con algunas autoridades del Estado a nivel federal, estatal y municipal, organizaciones de la sociedad civil y otros actores relevantes con el fin de analizar el contexto actual e identificar acciones estratégicas, considerando los múltiples factores de discriminación y desigualdad a los que se enfrentan las mujeres y las niñas.
Desde la Oficina en México se ha impulsado una red de abogadas como parte de la respuesta a la violencia contra las mujeres en el marco de la pandemia, enfocada particularmente en seguridad, acceso a la justicia y derechos de las víctimas.
Hemos apoyado con la difusión de información y materiales específicos de género y la COVID, y esfuerzos por conocer la incidencia que la pandemia está teniendo en la salud materna a efectos de identificar posibles acciones de asesoría o fortalecimiento.
Como parte de la iniciativa Spotlight, impulsada conjuntamente por la Unión Europea y la ONU, se preparó un plan de acción, en respuesta a la emergencia sanitaria con el objetivo, entre otros, de generar capacidades y dar apoyo a refugios y sobrevivientes de violencia.
Esperamos con gran interés trabajar con todos y todas ustedes para salir de esta terrible crisis y apoyar los esfuerzos para integrar una perspectiva de género y de derechos humanos en nuestras respuestas, así como en los esfuerzos de recuperación.
Porque creemos que en momentos de crisis como los que vivimos, el diálogo franco y la apertura a entender los problemas y retos a los que se enfrentan otras personas o grupos es esencial para la superación. Porque, así como ningún país puede combatir eficazmente esta epidemia por sí mismo, también es importante que todos los ciudadanos sean parte de la respuesta porque todos tenemos compromiso y responsabilidad en ella. Por eso es clave buscar el acuerdo con los sectores sociales y económicos, las representaciones políticas de la sociedad y los liderazgos sociales.
Termino señalando: usemos esta crisis sin precedentes como un momento de reconstruirnos mejor. No sé si se pueda ser tan optimista, pero sería ideal que esta pandemia tuviera el efecto que tuvieron las dos guerras mundiales que permitieron que tuviéramos una Declaración Universal de los Derechos Humanos, porque hemos visto lo difícil que ha sido en estos últimos años trabajar los derechos humanos y por tanto cómo me gustaría que, ante esta gran pandemia pudiéramos sacar las lecciones, reconstruirnos mejor para lograr un futuro más igualitario. Porque, además, como ya se dijo, de los 12 países que mejores respuestas tuvieron a la COVID, siete son liderados por mujeres. Así que también espero, que no sólo la gente salga a aplaudir a las mujeres que trabajan en la salud sino también a cambiar su concepción de que las mujeres son el sexo débil, y que no tienen la fuerza ni la capacidad de decisión. Estas siete lideresas demostraron que tenían capacidad de decisión, pero también empatía y que eran capaces de hablar con la verdad y la transparencia que la gente necesitaba escuchar. Así que espero, que nos permita tener un futuro más igualitario y con pleno respecto a los derechos de las mujeres y niñas.
Muchas gracias.
Fin