Mirar los crímenes de género a través la lente de la tortura
Mirar los crímenes de género a través de la lente de la tortura
GINEBRA (3 de marzo de 2016) – Un grupo de expertos de derechos humanos de las Naciones Unidas ha señalado hoy que existe una tendencia a restar importancia a los crímenes de violencia contra las mujeres motivados por razones de género y a minimizar las graves consecuencias que éstos ocasionan a las mujeres alrededor del mundo.
Ante el Día Internacional de la Mujer el martes 8 de marzo, los expertos independientes urgieron a los Estados a “mirar los crímenes de género a través del lente de la tortura,” y recordaron a todos los gobiernos alrededor del mundo que si ignoran sus obligaciones de prohibir, prevenir y reparar la violencia y daño infligidos contra las mujeres y las niñas, estarían convirtiéndose en cómplices de tortura y tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Almirar la sistemática violencia contra las mujeres y los crímenes de género a través de la lente de la tortura y otras formas de tratos crueles, inhumanos o degradantes, se manifiesta el impacto avasallador que estas crueldades generan en la integridad física de las mujeres, así como en su salud mental y su dignidad humana.
La violencia y los crímenes por razones de género son el resultado de una misoginia cultural rampante, frecuente y equivocadamente justificada o tolerada en nombre de la tradición, la cultura o la religión. La violencia sexual y el tormento mental del que niñas y mujeres son sujeto tanto en lo privado como en lo público refuerza el estatus subordinado de las mujeres y es muestra del control patriarcal sobre los cuerpos de las mujeres y su sexualidad.
El fracaso de los Estados en la eliminación de prácticas persistentes como la violencia íntima por parte de la pareja, el matrimonio infantil y forzado, la mutilación genital femenina y los llamados “crímenes de honor”, que infligen dolor y daño severos a las mujeres y las niñas, así como el fracaso para penalizar la violación en el matrimonio y para revocar legislaciones que incluyen leyes que exculpan a los violadores si se casan con sus víctimas, violan la obligación para prevenir y sancionar la tortura y los tratos y castigos crueles, inhumanos o degradantes.
La violencia doméstica ocurre en el ámbito más íntimo del hogar y la familia y afecta a las mujeres en todos lados. La indiferencia, inacción o pasividad en la investigación y sentencia ante la violencia doméstica, la negativa a penalizar la violación en el matrimonio conduce a su legitimación y normalización. Cuando los Estados fallan en ejercer una debida diligencia para proteger a las víctimas y en prohibir y prevenir actos violentos que generan en las mujeres y las niñas dolor y sufrimiento mental y físico severos y pueden destruir sus vidas o conducir a sus muertes, están incumpliendo sus compromisos bajo la Convención contra la Tortura y otros instrumentos internacionales de derechos humanos.
Las mujeres son altamente vulnerables a la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes durante el embarazo y el parto. A pesar de que hay pleno conocimiento de que el aborto inseguro es una de las causas principales de mortalidad y morbilidad materna, algunos Estados continúan imponiendo una prohibición total a los abortos o leyes sumamente restrictivas, forzando a las mujeres a vivir situaciones desesperadas y de peligro. La negación del el acceso a la salud reproductiva y servicios de salud que sólo las mujeres necesitan es inherentemente discriminatoria y viola los compromisos de los Estados bajo la Convención contra la Tortura.
Más aún, los ataques sexuales y la humillación, el uso de grilletes y esposas en mujeres embarazadas durante la labor de parto e inmediatamente después de éste, el confinamiento en solitario de mujeres embarazadas y en etapa de lactancia o madres de niños pequeños, y la revisión corporal sin ropa y otras revisiones corporales invasivas que humillan a la persona que está siendo revisada, deben ser absolutamente prohibidas.
Ha sido plenamente establecido que la violación y otras formas de violencia sexual pueden equivaler a tortura y malos tratos. Además del trauma físico severo, el dolor mental y el sufrimiento infligidos en las victimas a menudo son exacerbados por el estigma social que enfrentan. La incidencia de la violación, incluyendo la violación en grupo y la impunidad en que quedan estos crímenes, se exacerban durante tiempos de conflicto y cuando las mujeres se movilizan o son privadas de su libertad.
Las mujeres y las niñas son particularmente vulnerables a la violación y otras formas de violencia, explotación, trata y esclavitud sexual a través de las rutas migratorias. Dichos abusos pueden equivaler a tortura o tratos crueles, inhumanos y degradantes. El fracaso de los Estados al detectar migrantes y refugiados adecuadamente, identificar a las víctimas de tortura y otorgarles protección internacional y adecuada asistencia y apoyo puede resultar en el desarrollo de discapacidades y revictimización, y viola la prohibición de devolución.
Las mujeres y las niñas víctimas de trata son rutinariamente sujetas a confinamiento, abuso físico y sexual severo, humillación y malos tratos para los propósitos de explotación sexual, incluyendo el contexto de los matrimonios forzados y tempranos, la servidumbre doméstica, el trabajo forzado y la extracción de órganos. Cuando los Estados fracasan en ejercer debida diligencia, estas prácticas, inequívocamente, equivalen a tortura y malos tratos.
Los Estados son responsables por las violaciones a la Convención contra la Tortura cuando condenan a mujeres a penas que infligen dolor y sufrimiento severos, incluyendo lapidación y flagelación, y en las que las criminalicen por conductas que no deberían ser prohibidas penalmente, como el adulterio y el aborto. Los Estados tienen la responsabilidad sobre los crímenes y actos violentos por razones de género cometidos por sus propios militares y agentes de la policía y por consentir la imposición intencional de dolor y el sufrimiento severos en mujeres y niñas por parte de actores privados.
Nadie debe voltear la cara o minimizar el grado al que las mujeres y las niñas son discriminatoriamente sujetas a dolor y sufrimiento, tanto físico como mental, causado por la violencia por razones de género en todas las regiones del mundo. Hacemos un llamado al Consejo de Derechos Humanos y a los estados en todas las regiones a librar una constante campaña contra la intolerable práctica de la tortura de mujeres y niñas.
NOTA A LOS EDITORES: en el Día Internacional de la Mujer, martes 8 de marzo, el Relator Especial de la ONU sobre la tortura, Juan E. Méndez, presentará un informe ante el Consejo de Derechos Humanos enfocándose en la dimensión de género de la tortura y los malos tratos. Consulta el informe en: http://ap.ohchr.org/documents/dpage_e.aspx?si=A/HRC/31/57.
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