Intervención de Guillermo Fernández-Maldonado para el Tercer Coloquio sobre Responsabilidad Empresarial y Derechos Humanos

En primer lugar deseo expresar mi agradecimiento a la Universidad de Monterrey (UDEM) y a su rector, el Dr. Mario Páez, así como al Dr. Humberto Cantú, Director del Instituto de Derechos Humanos y Empresas de la UDEM, por la invitación a la Oficina de la Alta Comisionada para formar parte de la reflexión que se llevará a cabo en este Tercer Coloquio sobre Responsabilidad Empresarial y Derechos Humanos:  A una década de los Principios Rectores de Naciones Unidas sobre las empresas y los derechos humanos.

Extiendo este agradecimiento a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Fundación Konrad Adenauer por ser parte de esta convocatoria, así como a todas las personas que se unirán a esta reflexión en México y otros países de la región, abonando en la construcción de esta agenda que hoy, más que nunca, es tan necesaria como urgente para nuestros países.

Hemos cumplido ya un año en pandemia. Corresponde hacer un alto en el camino para ver los numerosos impactos sociales y económicos que ha generado en nuestra región, haciendo más evidentes nuestras debilidades y profundas desigualdades. Hoy debemos no sólo obtener lecciones aprendidas sino también reflexionar, ante un escenario post pandemia, como construimos un mejor futuro que garantice que los derechos humanos sean el centro y la guía de la acción del Estado y del sector empresarial.

La pandemia ha desnudado nuestras debilidades y desigualdades como países y como sociedades; la desigualdad ya era conocida, somos la región más desigual del planeta, pero la pandemia mostró cuan profunda es, nos hizo ver a millones de seres humanos en una situación de extrema vulnerabilidad y desprotección. La pandemia y las medidas para combatirla se nos ha presentado básicamente como una crisis de salud, pero conforme avance la vacunación – que es otra muestra de desigualdad, esta vez entre países ricos y pobres – será más clara la gravedad del escenario que nos deje: décadas de retroceso en materia de pobreza y desempleo, desprotección social y por supuesto un enorme impacto en la economía de los países, especialmente en quienes estaban en situación de mayor vulnerabilidad.  La CEPAL ha llamado a reconstruir las economías dejando a un lado el modelo de desarrollo causante de estas desigualdades, que además calificó como en ineficientes para la economía de los países, las empresas y las personas. La reconstrucción tras la crisis de la pandemia puede ser, por ende, una ventana de oportunidad para no regresar a lo mismo, sino para sumar esfuerzos para avanzar a un modelo mejor, inclusivo, sostenible, respetuoso del ambiente, con un enfoque de derechos humanos y género, como señala la Agenda 2030, sin dejar a nadie atrás.

Precisamente, hace un año el Secretario General de las Naciones Unidas, el Sr. Antonio Guterres, hizo un llamado a la acción urgente para atender la crisis de Derechos Humanos. El Llamado a la acción sobre los derechos humanos coloca los problemas más urgentes de nuestro mundo en una perspectiva de derechos. Estos problemas requieren de la acción colectiva para la construcción de nuevos acuerdos y organización social que prioricen la dignidad.

El Llamado a la Acción plantea siete áreas críticas[1] que pueden ser una guía para la respuesta y la recuperación ante la COVID-19:

1)  Los derechos en el corazón del desarrollo sostenible; pensar en el desarrollo sostenido basado en los derechos económicos, civiles, culturales, políticos y sociales. Garantizar que las personas accedan a los recursos y servicios esenciales y también a una vida de participación ciudadana y política.

2) Los derechos en épocas de crisis; las crisis agravan la situación de varios grupos y en especial de aquellos que ya estaban en desventaja, en este sentido es fundamental hacer énfasis en las niñas y mujeres, las minorías, las personas mayores, las personas con discapacidad, los pueblos indígenas y otros grupos de población que han sufrido de manera desproporcionada.

3) La igualdad de género y la igualdad de derechos para las mujeres; más de la mitad de la población ha sido generalmente excluida de la toma de decisiones, de la formulación de marcos normativos y sujeta a las máximas muestras de violación de derechos y de violencia, es necesario repensar la construcción de sistemas socioeconómicos, de gobierno y seguridad en el que ellas estén incluidas y sean partícipes.

4) La participación de las y los ciudadanos y el espacio cívico; las sociedades se fortalecen cuando mujeres y hombres puede participar activamente de la vida y discusión pública y hoy tenemos más posibilidades y plataformas para hacerlo, sin embargo, hay también respuestas y amenazas que cierran estos espacios y que imponen mayores restricciones a las libertades de expresión, participación, reunión y asociación. Cada vez vemos más amenazas a periodistas, organizaciones de sociedad civil y medios de comunicación.

5) Los derechos de las generaciones futuras, incluido un medio ambiente sano, limpio y seguro; la pandemia de la Covid19 llegó en un momento en el que ya traíamos urgencias en la agenda de Derechos Humanos y una emergencia climática que pone en peligro no sólo el disfrute de nuestros derechos fundamentales, sino que pone el peligro del disfrute de estos derechos para las generaciones futuras. Hoy los más jóvenes son los que exigen y con razón, que las autoridades asuman compromisos palpables, y soluciones y medidas concretas. Estas medidas deben tomarse a todos los niveles y movilizar a todos los agentes de la sociedad.

6) Garantizar un mundo digital seguro; las tecnologías digitales ofrecen nuevos medios para promover, defender y ejercer nuestros derechos, y por ello se han convertido también en un espacio de vigilancia, represión, censura o acoso, que afecta sobre todo a personas defensoras de derechos humanos. La virtualidad no ha de cancelar los derechos humanos y debiera se asequible para todas las personas.

7) Los derechos en el centro de la acción colectiva. Una crisis como la que estamos viviendo no puede afrontarse sin el multilateralismo, y sin la responsabilidad y la acción de todas y todos.

Este coloquio que hoy nos convoca es un gran espacio para recalcar que este llamado a la Acción no es solo para los Estados, es una llamada para todos los integrantes y todas las instituciones de la sociedad, y sobre todo para aquellas que tienen la posibilidad de alzar la voz por quienes no pueden y, en consecuencia, se llegue acciones que generen cambios sustantivos. En este sentido tanto el sector empresarial como las organizaciones de sociedad civil juegan un papel fundamental.

Este coloquio también nos invita a reflexionar como Estados, empresas, organismos internacionales y sociedad civil, sobre si hemos observado un avance en la agenda de Empresas y Derechos Humanos y hacia dónde tendríamos que avanzar. ¿Es desde las medidas voluntarias o quizás desde las legislaciones en ciernes?

Será necesario dialogar sobre cómo avanzar de mejor y decidida manera en la implementación efectiva de los principios rectores. En este año los principios cumplen 10 años de haberse aprobado por el Consejo de Derechos Humanos y actualmente el Grupo de trabajo de Empresas y Derechos Humanos de Naciones Unidas hace una oportuna revisión y consulta a las partes concernidas, sobre la cuál con seguridad Dante Pesce nos comentará al finalizar este coloquio.

Tomando ventaja de la oportunidad de abrir el coloquio, quisiera retomar algunas ideas sobre de la importancia del trabajo y de la colaboración para avanzar en la agenda derechos humanos, que de alguna manera ya nos adelantan los Principios Rectores.

Como sabemos, los tres pilares de los principios rectores, “Proteger, Respetar y Remediar”, establecen cómo los gobiernos y las empresas deben poner a las personas y sus derechos en el centro al momento de hacer negocios y hoy toman relevancia en este contexto de pandemia.

Particularmente hoy, en un momento de respuestas a la pandemia y al impacto económico que ha generado, es preciso avanzar en marcos normativos fuertes y mecanismos de exigibilidad; se debe evitar que la pandemia y la crisis sean utilizadas como argumento, por los gobiernos y las empresas, para eludir o postergar el cumplimiento de los compromisos internacionales y nacionales en materia de derechos humanos.

Hoy es fundamental que estemos alerta ante los crecientes riesgos para el espacio cívico y las amenazas y ataques a las personas defensoras de derechos humanos. Desafortunadamente, en nuestra región seguimos observando un aumento de los ataques a las personas defensoras del medio ambiente, de la tierra y el territorio, de los derechos de las mujeres, de los derechos laborales entre otros.

Como he señalado, la salida de la crisis puede ser la oportunidad de generar un trabajo colectivo que nos lleve a repensar y reinventar un mejor modelo, uno que no genere más desigualdad, que nos permita corregir las fallas e ineficiencias que nos han llevado hoy a tener enormes brechas de desigualdad. Alcanzarlo depende del trabajo conjunto del Estado, las empresas y la sociedad.

El Estado tiene la principal responsabilidad en la construcción de nuevas políticas públicas, pero las empresas tienen mucho que aportar sobre la mejor forma de ir reduciendo estas brechas, sobre la base de que existe un interés compartido para avanzar como país hacia la construcción de una agenda derechos humanos que responda a los retos y necesidades de México.

Por ejemplo, la pandemia nos paralizó por meses y durante esa parálisis observamos que distintos sectores de los denominados trabajadoras/es esenciales sufrieron graves violaciones a sus derechos laborales, derecho a la salud y otros derechos humanos. Por un lado, les elogiamos y agradecemos por trabajadores en primera línea y reconocemos cuan dependientes somos de ellos, pero al mismo tiempo no garantizamos plenamente sus derechos, que es una responsabilidad compartida entre el Estado y las Empresas.

Durante la pandemia el Grupo de Trabajo sobre Empresa y Derechos Humanos advirtió sobre estos riesgos y señaló que : “Los gobiernos deben prestar especial atención a las personas y grupos que se encuentran en situaciones particularmente vulnerables: en las economías en desarrollo y emergentes, los trabajadores – y sus familias – de los sectores no estructurados, o los que se encuentran en la “primera línea” de las cadenas mundiales de suministro que se ven duramente afectados por la cancelación de pedidos, o que corren el riesgo de ser explotados a medida que las necesidades de producción aumentan y superan la capacidad de las empresas; y en las economías desarrolladas, los que tienen poca o ninguna protección social, como los trabajadores de la economía “gig”, así como las mujeres y los trabajadores migrantes”.[2]

La crisis ha puesto de manifiesto lo vital que son estas/os trabajadores para nuestra respuesta actual y para nuestro futuro. Están en primera línea, desde la producción de máscaras y la recogida de basura, hasta la entrega de suministros a nuestras puertas…”[3] Los gobiernos tendrían que atender financieramente a las empresas y su recuperación, pero siempre anteponiendo la protección de la capacidad de recuperación de los trabajadores y garantizando que los derechos humanos sean el centro de las respuestas.

Los Estados deben poner particular énfasis en el cumplimiento de estándares internacionales de derechos humanos y exigir igual cumplimiento a sus empresas públicas, que debieran ser modelo de ello, por ejemplo, al realizar procesos de debida diligencia en la contratación pública o llevar a cabo consultas previas, libres e informadas y culturalmente apropiadas en el caso de desarrollo de proyectos que puedan afectar a pueblos y comunidades indígenas.

Las empresas por su lado, al margen de las acciones que emprendan los gobiernos, tienen que RESPETAR los derechos humanos. Los principios en su segundo pilar nos recuerdan que las empresas deben llevar a cabo la debida diligencia en materia de derechos humanos, siendo ésta la piedra angular de la responsabilidad empresarial de respetar los derechos humanos.

Es innegable que hoy las empresas están ante un reto importante, pues en un marco de crisis económica, las ausencias del Estado o las respuestas del Estado pueden afectar sobremanera la actividad empresarial; sin embargo, es también es una gran oportunidad para que se repiense y se ratifique el compromiso con la conducta empresarial responsable; hoy es el momento para efectivamente abrazar la debida diligencia y repensar esa vuelta a la normalidad desde un lugar en el que se prevenga, se mitigue y se reparen los posibles impactos en derechos humanos.

Es cierto también que se han logrado avances significativos tanto desde los gobiernos como desde el sector empresarial. Cada vez vemos más gobiernos interesados en generar planes de nacionales de acción en materia empresas y derechos humanos; o empresas e inversionistas que hacen énfasis en la importancia de tener procesos de debida diligencia, evaluación de impactos y políticas internas en materia de derechos humanos. Donde no observamos progresos importantes es cuanto a la reparación.

Este tercer pilar del que nos hablan los principios Rectores, hoy en tiempos de crisis y bajo este contexto, no es posible dejarlo sin contenido y sin consecuencias tanto para el Estado como las empresas. Significa no responder, ser indiferente ante las víctimas y las comunidades directamente afectadas. Este debería ser uno de los principales temas que debiera ser abordado en este coloquio. ¿cuáles son los obstáculos que nos impiden avanzar en la reparación? Lo planteado desde la perspectiva del respeto y de la garantía no logra el impacto esperado si no hay reparación y medidas de no repetición.

Celebramos este espacio y le damos la bienvenida a los importantes debates que acogerá. Estamos convencidos que espacios como éste nos permiten ir construyendo desde la experiencia y la realidad de la región, pero también nos permiten combatir la polarización, desarticular los discursos que propagan prejuicios y estigmatización. Necesitamos abrir espacios de dialogo multiactor que hagan evidente que en la realidad no todo es blanco o negro sino una variedad de grises, que el trabajo de la sociedad civil y las personas defensoras es y ha sido fundamental en la construcción de espacios más democráticos para toda la sociedad, que hay empresas y sectores empresariales que han apostado y están avanzando hacia la construcción de negocios más justos y alineados a los derechos humanos.  Nuestros países, nuestras sociedades, requieren de una respuesta colectiva ante la crisis que hoy estamos viviendo y la reconstrucción de un modelo de desarrollo capaz de cerrar las brechas de desigualdad, este objetivo compartido no será posible de alcanzar si no nos escuchamos, si no damos la presunción de buena fe, si no rompemos los prejuicios y la estigmatización entre todas las personas y actores.

Gracias y felicidades

Fin

[1]

Llamamiento a la acción en favor de los Derechos Humanos iniciado por António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas con motivo del 75º aniversario de las Naciones Unidas https://www.un.org/sites/www.un.org/files/uploads/files/The_Highest_Asperation_A_Call_To_Action_For_Human_Right_SPA.pdf

[2]

Asegurarse de que las empresas respeten los derechos humanos durante la crisis de Covid-19 y después:

La relevancia de los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre las Empresas y los Derechos Humanos https://www.ohchr.org/SP/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewsID=25837&LangID=S

[3]

Ibidem