Mensaje de Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, por el Día Internacional de la Mujer
“Invertir en el liderazgo de las jóvenes y las mujeres y en su participación en pro de la paz”, es el tema escogido por ONU Derechos Humanos para la celebración del Día Internacional de la Mujer de 2024.
8 de marzo de 2024 – Sin mujeres en las mesas de poder, no puede haber paz. Ni justicia. Ni democracia.
Sin mujeres —en toda su diversidad— no existe absolutamente ningún progreso.
Celebramos este Día Internacional de la Mujer en un momento marcado por una crisis sin precedentes. El cambio climático está azotando nuestro planeta y amenaza con acabar con nuestra existencia. Las desigualdades aumentan, se acentúan y desencadenan más sufrimiento. Y los diversos conflictos que proliferan en todo el mundo están provocando una tragedia humana de dimensiones inconcebibles.
En tiempos de conflicto, las mujeres cuidan juntas de las familias y de comunidades enteras. Lo he visto en repetidas ocasiones, siendo testigo de su increíble fuerza y resiliencia.
Pero también sufren daños particulares.
Pienso en las miles de mujeres que actualmente son el blanco deliberado de violaciones y violencia sexual en zonas de guerra.
Pienso en los millones de mujeres a las que se encomienda la responsabilidad de mantener a sus familias con vida, o de decidir si quedarse o huir.
La mujer embarazada a la que no le queda más remedio que dar a luz en un refugio bombardeado, sin asistencia médica.
O los millones de mujeres y niñas a las que el sinsentido de la guerra ha arrebatado su poder y su autonomía.
El impacto de estas realidades debería hacernos reaccionar.
También plantean la cuestión de cómo hemos podido llegar hasta aquí.
Las mujeres han sobrevivido a siglos de estructuras de poder patriarcales.
Siglos de misoginia y dominación masculina.
La normalización del odio. El silenciamiento de las voces.
Y el fracaso total de una gobernanza mundial centrada en el hombre a la hora de ofrecer soluciones adecuadas.
Los conflictos actuales —en gran medida desatados y motivados por los hombres— están haciendo que la seguridad mundial caiga en picado.
El gasto militar ha alcanzado máximos históricos y los beneficios obtenidos con el comercio de armas se están disparando.
Pero lo que quiero preguntar hoy es: ¿dónde está la inversión en la paz?
¿Y la inversión en la igualdad de género que tan desesperadamente necesitamos alcanzar?
A nivel comunitario, valientes defensoras de los derechos humanos, consolidadoras de la paz y organizaciones de mujeres han realizado intensos esfuerzos para construir la paz e impulsar la transformación social.
Los cambios que hemos presenciado hacia la igualdad de género han sido extraordinarios.
Sin embargo, en las mesas de negociación en las que se toman las decisiones en materia de la paz y reconciliación que importan hoy en día, las voces de las mujeres y de las niñas permanecen, en el mejor de los casos, en un segundo plano.
Los datos muestran un panorama desalentador. De 18 acuerdos de paz que se firmaron en 2022, solamente uno de ellos fue firmado o contó como testigo con una representante de un grupo u organización de mujeres.
Solo una pequeña parte de las ayudas bilaterales se utilizan para apoyar las organizaciones feministas lideradas por mujeres y que luchan por los derechos de las mujeres en los países afectados por los conflictos o las crisis.
La falta de participación de las mujeres en los procesos de paz y de consolidación de la paz muestra su escasa representación, de manera más general, en las posiciones de liderazgo en todos los sectores.
A día de hoy, ningún país del mundo ha logrado todavía la igualdad de género. Y los obstáculos impuestos a las mujeres y niñas, así como al valor de la igualdad de género, siguen socavando los derechos, las libertades y la autonomía de la mitad de la humanidad.
Este es el mayor año electoral de la historia, en el que tenemos la oportunidad de cambiar el statu quo para impulsar que más mujeres ocupen puestos de liderazgo y frenar la caída en espiral en la que se encuentran la paz y la seguridad mundial. Los resultados de estas elecciones podrían influir en las políticas para el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género —y para la paz— en los años venideros.
Solamente será posible conseguir la paz duradera si se cuenta con las opiniones de las mujeres. La comunidad internacional debe conseguir de forma urgente que este hecho sea una realidad.
Necesitamos más mujeres en nuestros sistemas de gobernanza y mayores inversiones en la paz, la protección social y la justicia climática.
Necesitamos políticas de reconstrucción y consolidación de la paz que transformen los gobiernos desafiándolos a incluir a las mujeres y sus voces.
Financiación y apoyo continuo para las consolidadoras de la paz, las defensoras de los derechos humanos y las organizaciones de mujeres, incluidos los fondos destinados a protegerlas cuando su seguridad corra peligro.
Espacios seguros y abiertos para el diálogo y una participación equitativa y significativa de las mujeres en los procesos políticos.
Necesitamos políticas exteriores elaboradas sobre la base y orientación de principios feministas. Celebro las medidas que algunos países han adoptado ya para llevar esto a cabo.
Y, por último, debemos abordar las causas fundamentales de la discriminación de género para romper los ciclos viciosos de conflicto y represión.
El año que viene se cumplirán 25 años de la adopción de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que marcó un hito y donde se afirmaba que las iniciativas encaminadas a la paz y la seguridad son más duraderas cuando las mujeres tienen una voz equitativa y significativa en la prevención, la paliación y la recuperación después de los conflictos, así como en los procesos de paz.
Honro y me solidarizo con todas las mujeres y las niñas que están defendiendo los derechos humanos en medio de un conflicto.
Sabemos que los derechos de las mujeres y las niñas constituyen la espina dorsal de la paz y el desarrollo sostenible. Evitar las crisis y los conflictos en nuestro mundo depende de los pasos que decidamos dar ahora para asegurarnos de que las mujeres y las niñas dirijan y orienten todas las decisiones cruciales que no solo les afectarán a ellas, sino a toda la humanidad.
Fin