Palabras de Jesús Peña para la presentación del Informe final del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico: “Verdades Innegables. Por un México sin impunidad”
10 de octubre de 2024. Para la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos es un honor poder participar en la presentación el día de hoy del Informe “Verdades Innegables”. Tal y como lo hemos hecho en otros espacios del Mecanismo de Esclarecimiento Histórico, agradecemos la oportunidad que nos brindan, y expresamos nuestra disposición de seguir acompañando todos los ejercicios para colocar los trabajos de la Comisión para el Acceso a la Verdad, el Esclarecimiento Histórico y el Impulso a la Justicia de las violaciones graves a los derechos humanos cometidas de 1965 a 1990, en la agenda institucional y social durante la presente Administración Federal.
En ese sentido, desde la Oficina reiteramos el saludo público hecho al significativo decreto emitido en conmemoración del 2 de octubre y anhelamos que las medidas adoptadas tan temprana y oportunamente sean el inicio del camino hacia una justicia integral.
Tal como afirmamos en la anterior presentación de la colección “Fue el Estado: 1965-1990”, desde ONU-DH hacemos una lectura unitaria de ambos Informes que dan cuenta del trabajo alcanzado para analizar la historia desde múltiples ángulos y a valorar las lecciones que nos deja, no solo para entender el pasado, sino para construir un presente más justo y transparente. Reconocemos los aportes de la Comisionada, Eugenia Allier, los Comisionados Abel Barrera, David Fernández y Carlos Pérez Ricart, y al equipo de personas investigadoras que se dedicaron a la recopilación y análisis de testimonios, la realización de entrevistas a víctimas, la revisión de archivos, la identificación de patrones de violencia, la documentación de casos, la elaboración de fichas para la investigación, y la definición de recomendaciones, entre otras tareas.
Estamos aquí con la firme convicción de que solo la unión de voluntades y la alineación de propósitos hará posible transformar los largamente postergados y aún insatisfechos reclamos de justicia, verdad, búsqueda efectiva, memoria, reparación integral y garantías de no repetición. Es fundamental recalcar que estas aspiraciones no son meros deseos, sino derechos humanos que se encuentran plasmados en las obligaciones jurídicas contenidas en tratados internacionales y otras fuentes del derecho internacional vinculante.
La Comisión de la Verdad, con sus cinco instrumentos, nace como un triunfo de las personas sobrevivientes, de las y los familiares de las personas desaparecidas y ejecutadas extrajudicialmente, y de los actores solidarios que les han acompañado. La creación de la Comisión de la Verdad, en sí mismo, fue un factor que reconoció el poder de las víctimas y realzó su dignidad, así como una muestra de voluntad del Gobierno mexicano y parte de sus colaboradores de avanzar en una agenda históricamente soslayada por el Estado.
Desde el inicio del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico, ha sido evidente que las víctimas han ocupado un lugar central. Se ha priorizado el enfoque de derechos humanos, prevaleciendo un proceso de deliberación sólido, riguroso y enfocado. Se han desplegado esfuerzos significativos para promover la escucha activa y la participación de todas las partes. Además, ha quedado patente que el propósito ha sido clarificar la responsabilidad del Estado en las graves violaciones a los derechos humanos, las cuales buscaban consolidar, fortalecer y perpetuar un régimen autoritario y de privilegios, someter a la sociedad, imponer el miedo, y reprimir todo tipo de disidencia, inclusive las más originarias e identitarias de la persona humana en sus ámbitos.
Los desafíos han sido numerosos y significativos. Es fundamental destacar, en particular, las dificultades para lograr la colaboración de las Fuerzas Armadas y los cuerpos de seguridad e inteligencia, así como las barreras que aún impiden que los responsables enfrenten a la justicia y contribuyan a la búsqueda de la verdad.
A pesar de los obstáculos y desafíos, así como de las discrepancias internas y expectativas acumuladas, confiamos en que el Informe presentado hoy, junto con el presentado por los otros comisionados, ofrecerá un mosaico que aún debe completarse. Un mosaico que refleje el elemento faltante para materializar el reencuentro con el ser querido que ha sido desaparecido forzadamente; que apuntale el castigo a los responsables; que perfile la verdad sobre lo ocurrido, sus casusas y sus consecuencias; que dibuje, de forma indeleble, aquello que no debe olvidarse; y que delinee un mejor futuro, a partir de un programa transformador que abone a las respuestas deseadas y a la adopción de medidas efectivas para evitar la reproducción de conductas semejantes.
Nos encontramos ante una oportunidad histórica para fortalecer la memoria colectiva y garantizar un futuro en el que la justicia y la verdad sean pilares del Estado, recordando que la memoria no es solo un acto de recordar, sino un acto de transformación en la búsqueda de la verdad y la rendición de cuentas. Alentamos a recibir la presentación de hoy con apertura y sin prejuicios. Instamos a que todas, todos y todes contribuyamos a cerrar esta etapa de manera efectiva y construir juntos los próximos pasos.
Como expresó una familiar de una persona desaparecida en una reciente reunión: “queremos certeza sobre lo que viene; nosotros vamos a seguir. Nada nos ha detenido. Nada nos va a detener”. Nos unimos a su fuerza y alentamos a las próximas autoridades a fortalecer su compromiso y alianza con las víctimas. Como expresó el Relator Especial sobre la promoción de la verdad, la justicia y la reparación: “El principal reto es reforzar los incentivos para que los gobiernos apliquen las recomendaciones. Esto no sucederá sin una sociedad civil atenta y una comunidad internacional colaboradora.”
Concluyo reiterando el compromiso de la Oficina de seguir acompañando a las víctimas y sobrevivientes, a las autoridades, a las organizaciones acompañantes, a los sectores de la academia y del periodismo, así como a todos aquellos actores comprometidos con la ardua tarea de construir un futuro justo, integrador y sostenible; basado en la confianza y el respeto a los derechos humanos; que promueve la inclusión, la no discriminación, la pluralidad y la tolerancia; que rechaza el abuso de poder y la arbitrariedad, y combate la impunidad.
¡Muchas gracias!
Fin