Abordar la crisis mundial del agua y los alimentos es crucial para los derechos humanos, dice el Relator Especial

Nueva York 18 de octubre de 2024. La crisis mundial del agua y los alimentos está intrínsecamente ligada al cambio climático, y esta conexión se ha vuelto crucial para la supervivencia humana, dijo hoy un experto de la ONU.

“Es más vital que nunca que los gobiernos lideren el desarrollo de nuevos enfoques de gobernanza para abordar esta crisis interconectada”, dijo Pedro Arrojo-Agudo, Relator Especial sobre los derechos humanos al agua y al saneamiento, en su informe ante la 79ª sesión de la Asamblea General de la ONU.

Señaló que el sistema alimentario actual está basado en la creencia de un crecimiento económico ilimitado. “Los sistemas alimentarios actuales se basan en el mito de que la producción puede crecer indefinidamente y en una fe ciega en los mercados para distribuir los alimentos”.

El Relator Especial instó a los gobiernos a promover políticas públicas para una transición agroecológica e hídrica que integre los derechos humanos. “El agua y los alimentos están estrechamente vinculados, ya que el agua es esencial para nuestra dieta diaria y la producción de alimentos”, dijo.

“Los subsidios a los modos actuales de producción y consumo ascienden a un estimado de 540 mil millones de dólares anuales”, señaló Arrojo-Agudo. “Redirigir este financiamiento público para apoyar la transición agroecológica e hídrica permitirá sistemas alimentarios más saludables, sostenibles, equitativos y eficientes”.

En su declaración, el Relator Especial dijo que los sistemas alimentarios y hídricos dominantes actuales no priorizan las necesidades nutricionales de las personas. Enfatizó que 2 mil millones de personas no tienen garantizado el acceso a agua potable segura, 800 millones experimentan hambre y 2.5 mil millones tienen sobrepeso.

Señaló que el sistema alimentario actual impacta el acceso a la calidad del agua a través de la sobreexplotación y la contaminación de acuíferos por actividades económicas intensivas.

“La sobreexplotación de acuíferos y el uso de pesticidas y fertilizantes industriales, así como la producción concentrada de purines en la ganadería intensiva, colocan al sector agrícola a la vanguardia de la contaminación tóxica del agua”, dijo el experto. “El acaparamiento de tierras y agua, y los monocultivos destruyen el tejido social rural y el conocimiento tradicional”.

El Relator Especial subrayó que estas prácticas conducen a la deforestación, degradan la capacidad regenerativa de la fertilidad del suelo y aumentan la vulnerabilidad al cambio climático. Arrojo-Agudo instó a los países a promover estrategias de adaptación basadas en la gestión sostenible del agua como elemento clave para abordar el cambio climático desde un enfoque de derechos humanos. “Una transición hídrica debe guiar las estrategias de adaptación, tal como la transición energética guía las estrategias de mitigación”, dijo el Relator Especial.

“Hay mucho espacio para cambiar hacia prácticas agroecológicas sostenibles que garanticen el cumplimiento de los derechos humanos mientras se respeta la sostenibilidad ambiental”, dijo el experto.

Fin