Mensaje de Ban Ki Moon, secretario general de la ONU, a propósito del Día internacional de conmemoración anual de las víctimas del Holocausto
Cada año, en el aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, conmemoramos a las víctimas del Holocausto. Recordamos el sufrimiento de millones de inocentes y ponemos de relieve los peligros del antisemitismo y el odio de cualquier tipo.
Este año centramos nuestras actividades en los viajes a través del Holocausto, lo que me hace recordar un viaje que yo mismo hice recientemente.
El pasado noviembre, atravesé la infame puerta coronada por el «arbeit macht frei» de Auschwitz-Birkenau. Nunca olvidaré esa visita.
Contemplé los horrorosos restos de la maquinaria del genocidio, así como imágenes conmovedoras de la vida de los judíos europeos en la década de 1930 (bodas, comidas familiares, rituales, escenas simples de la vida diaria) extinguidas todas ellas mediante un asesinato sistemático sin parangón en la historia humana.
Vi los barracones donde judíos, romaníes, sinti, homosexuales, disidentes, prisioneros de guerra y personas con discapacidad pasaron sus últimos días en las condiciones más atroces.
Las Naciones Unidas se fundaron para impedir que horrores de ese tipo volvieran a suceder. Sin embargo, tragedias como las de Camboya, Rwanda o Srebrenica demuestran que el veneno del genocidio sigue activo.
Debemos permanecer en todo momento vigilantes frente a la intransigencia, las ideologías extremistas, las tensiones comunitarias y la discriminación de las minorías. Y debemos enseñar bien a nuestros hijos. El Programa de divulgación sobre el Holocausto y las Naciones Unidas ha elaborado material educativo eficaz y establecido asociaciones sólidas que permiten impartir esas lecciones a estudiantes de todo el mundo.
De pie, junto al crematorio de Auschwitz, sentí una honda tristeza por todo lo que había sucedido allí. Pero también me sentí inspirado por quienes liberaron los campos de la muerte en beneficio de toda la humanidad. Unamos hoy nuestras fuerzas en un viaje compartido hacia un mundo de igualdad y dignidad para todos.
Fin