Día Internacional de la Mujer Declaración de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay
GINEBRA – En este día quisiera saludar a las mujeres del Medio Oriente y de África del Norte, junto a las mujeres de todo el mundo, que enfrentan grandes riesgos para resistir y luchar por la dignidad, la justicia y los derechos humanos, tanto para ellas mismas como para sus compatriotas. En Egipto y Túnez, las mujeres estaban en Twitter, en Facebook, y también en las calles. Mujeres de las condiciones más diversas marchaban lado a lado con los hombres, rompiendo las barreras y los estereotipos de género, igualmente ávidas de cambio, derechos humanos y democracia.
El trabajo, sin embargo, está lejos de concluir. En estos momentos de transición histórica en Egipto y Túnez, es importante garantizar que los derechos de las mujeres no serán postergados o vistos como algo a tratar después de que las reformas ‘cruciales’ sean ganadas. Los derechos de las mujeres deben encabezar la lista de las nuevas prioridades. Si bien las mujeres han tenido un importante rol en las demandas de cambio, ya existe inquietud porque las revisiones constitucionales y el desarrollo de reformas sean emprendidas sin su plena participación. De hecho, existen signos preocupantes sobre el contenido de algunas reformas propuestas en Egipto, que son claramente discriminatorias. Mujeres y hombres del Medio Oriente y África del Norte deben asegurarse de que esto no sea así.
La educación benefició a las mujeres en Túnez y Egipto, mejorando sus derechos humanos como su participación en la política y la economía de sus países. Sin embargo, como otros miembros de la sociedad, las mujeres sufrieron el impacto de la represión, la corrupción y la falta de justicia social. Muchas mujeres en Túnez padecieron tortura, fueron detenidas en forma arbitraria y también silenciadas. Su privacidad fue invadida y su vida familiar violentada. Ellas fueron las primeras en sufrir los recortes de personal y continúan siendo mayoría entre los desempleados. Las diferencias de salario entre mujeres y hombres en el sector privado son sorprendentes y su representación en la vida pública aún es limitada. Además, leyes discriminatorias y políticas públicas basadas en estereotipos de género continúan impactando negativamente en su trabajo.
Las mujeres del Medio Oriente y de África del Norte esperan que sus estados trabajen para beneficio de todos, no solo de algunos. Ellas esperan que el estado defienda su dignidad y valor, y que se adopten leyes, políticas y estrategias que traduzcan estas palabras en resultados tangibles. Ellas esperan procesos transparentes y e inclusivos, que permitan que sus voces sean escuchadas y que sus puntos de vista sean considerados con seriedad.
Ellas esperan debates públicos e inclusivos y un gobierno responsable, que rinda cuentas y que cumpla con los derechos humanos y la justicia social. Es decir, participación, responsabilidad, justicia y equidad son sus demandas que no están dispuestas a negociar.
En todo el mundo, siguen existiendo importantes diferencias entre hombres y mujeres en el acceso a la educación, al empleo y en los salarios. Mientras las mujeres son las principales productoras de alimentos en el mundo y su jornada laboral es más extensa que la de los hombres, las mujeres solo reciben el 10 por ciento de las ganancias en el mundo y son dueñas de menos del 1 por ciento de la propiedad. Las mujeres comprenden cerca de dos tercios de los 759 millones de adultos iletrados en el mundo. Aun en regiones con altas tasas de alfabetización, los ingresos de las mujeres continúan siendo inferiores a los de los hombres, inclusive desempeñándose en el mismo trabajo. Mientras el acceso igualitario a la educación es un factor clave para aportar al empoderamiento de la mujer y a la equidad de género en el empleo, claramente esto no será suficiente hasta que las discriminaciones de facto y de jure sean tratadas en un nivel más amplio.
Solo cuando las mujeres participen plenamente en el desarrollo de políticas y en la formación de las instituciones, su perspectiva será verdaderamente integrada. El concepto de democracia solo se alcanza realmente cuando la toma de decisiones políticas es compartida por mujeres y hombres, y cuando la plena participación de las mujeres en la reestructuración de las instituciones está garantizada.
Las sociedades en las que las mujeres son excluidas de la vida pública, de manera formal o informal, no pueden ser descritas como verdaderamente democráticas, como ha advertido en diversas ocasiones el Comité para la Eliminación de la Discriminación de la Mujer. Las mujeres deben ser capaces de diseñar el futuro de sus países al involucrarse en las reformas institucionales desde el principio. La plena participación de las mujeres es esencial no solo para su empoderamiento, sino también para el avance de la sociedad como un todo.
La euforia en Egipto y Túnez fue compartida tanto por hombres y mujeres alrededor del mundo. Fueron eventos históricos y esperamos que también sean los heraldos de un cambio significativo y duradero. Ahora, trabajemos juntos para garantizar que este ímpetu no se esfume junto a la euforia.
Asegurémonos de que los derechos de las mujeres sean la base de estos nuevos comienzos, y estemos atentos ante cualquier retroceso.
Hoy, declarémonos solidarios también con las mujeres en cada rincón del mundo que trabajan en busca de cambios positivos para sus familias, sus comunidades y sus países.
Fin