Experto ONU advierte contra el odio e intolerancia religiosa durante el brote de COVID-19
GINEBRA (22 de abril de 2020) – Los Estados deben garantizar que las medidas de COVID-19 no se distorsionen para obtener beneficios económicos o políticos, y que se reprima el discurso de odio que culpa a grupos religiosos o étnicos por la crisis, dijo hoy un experto de la ONU.
“La pandemia ha provocado un brote de la intolerancia religiosa existente en muchos países. Me alarma ver el aumento de la incitación al odio, señalando a comunidades religiosas y de credos, incluidos cristianos, judíos y musulmanes, como chivos expiatorios por la propagación del virus”, comentó el Relator Especial de la ONU sobre libertad de religión y de creencias, Ahmed Shaheed.
“Migrantes, refugiados y solicitantes de asilo de diferentes grupos minoritarios han sido estigmatizados de manera similar”, señaló. “También han enfrentado abusos verbales, amenazas de muerte, ataques físicos y discriminación al acceder a servicios públicos, incluida la denegación de servicios de salud vitales”.
“Cualquier incitación al odio o la violencia basada en la identidad religiosa, de credo o étnica es simplemente inaceptable”, dijo Shaheed. “Para combatir la desinformación, es fundamental que los Estados establezcan estrategias y canales de comunicación efectivos para proporcionar información precisa y confiable al público”, añadió.
“El firme compromiso de los liderazgos políticos para frenar los discursos de odio que estigmatizan a las personas por motivos de religión o creencias es esencial en este sentido”, mencionó el Relator, y destacó que los líderes religiosos también pueden desempeñar un papel importante. “La solidaridad entre personas de todas las religiones y quienes no profesan ninguna ha sido tan crítica en la historia reciente”.
El Relator Especial señaló que no todas las comunidades religiosas o de creencias, o las personas que viven marginadas pueden acceder a información en línea sobre COVID-19 y las mejores prácticas para evitar la transmisión. “Insto a la sociedad civil y a las organizaciones religiosas a que se comuniquen ampliamente y ayuden a las personas en situaciones vulnerables, independientemente de sus creencias u origen étnico”.
“Los Estados no deben actuar de forma discriminatoria al ayudar a las personas necesitadas y garantizar que todos tengan un acceso justo a todos los servicios públicos y de salud”, dijo Shaheed.
“El diálogo inclusivo garantizará que todas las comunidades implementen y se adhieran a las medidas de salud pública requeridas voluntariamente, incluso mediante el análisis de cómo las prácticas religiosas pueden adaptarse en respuesta a las medidas preventivas COVID-19, como la organización de servicios religiosos virtuales”.
“Los Estados, todos los líderes y actores religiosos religiosos deberían intensificar la promoción de la inclusión social y la solidaridad, así como combatir la incitación al odio a través del compromiso y la educación”, agregó Shaheed.
“La Resolución 16/18, la Estrategia y el Plan de Acción de las Naciones Unidas sobre el discurso de odio, el Plan de Acción de Rabat, las herramientas #Faith4Rights, el Plan de acción de Fez y el programa de la UNESCO para prevenir el extremismo violento a través de la educación son algunas herramientas útiles para tal compromiso y educación”.
“Hago un llamado a los Estados, los líderes religiosos, la sociedad civil, los medios de comunicación y el público en general para que rechacen el odio y la exclusión y brinden apoyo y solidaridad a aquellas personas que pueden ser victimizadas en este difícil momento”, subrayó el Relator Especial.
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