Intervención de Jan Jarab en el lanzamiento de la campaña “No Olvidamos”

Para la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos es un honor poder estar el día de hoy con todas y todos ustedes y quisiera comenzar estas palabras agradeciéndoles su presencia en el lanzamiento de la campaña “No Olvidamos”, de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos. Así mismo me gustaría agradecer a la Comisión por invitar a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos a compartir este espacio el día de hoy y sobre todo expresarles mi reconocimiento a todas las personas que han hecho posible la organización y lanzamiento de esta campaña tan necesaria como urgente.

Que hoy tengamos que estar aquí, con una campaña titulada “No olvidamos”, es la constatación de que algunas acciones no se llevaron a cabo de la manera adecuada y que faltan otras muchas por realizar.

  • Se ha fallado a la hora de evitar que la desaparición de personas se convirtiese en una situación aparentemente normalizada por algunas instituciones.
  • No se ha avanzado suficientemente en la búsqueda de las personas desaparecidas, ni en las investigaciones para llevar ante la justicia a los responsables de uno de los crímenes más terribles.
  • No se ha acompañado adecuadamente a las familias, ni se les ha transmitido la certeza que tendrán la verdadera solidaridad de toda la sociedad mexicana y de sus instituciones, así como de la comunidad internacional.

Frente a estos fracasos se han alzado numerosas personas, organizaciones e iniciativas. En primer lugar las familias de las personas desaparecidas, que son quienes asumiendo enormes riesgos han alzado su voz para exigir justicia y verdad, para que las autoridades responsables rindan cuentas y sobre todo para saber dónde están sus hijas, hijos, padres, madres, hermanas y hermanos.

Asimismo numerosas organizaciones de la sociedad civil en distintos lugares del país han asumido la necesidad de acompañar a las familias de diferentes formas, desde el litigio de casos hasta la realización de campañas públicas. En muchas ocasiones estas organizaciones y quienes las componen han tenido que hacer frente a situaciones de riesgo y de ataques públicos por parte de autoridades o de quienes pretenden que no se conozca lo que sucede en el país.

Igualmente importantes sectores de la sociedad mexicana han reaccionado con indignación frente a un horror que no es posible comprender, pero todavía queda camino por recorrer para arropar a las familias de las personas desaparecidas.

Por su parte, los organismos de derechos humanos hemos ido reaccionando frente a las desapariciones de personas en México, tanto identificando los problemas y factores que favorecen la persistencia de esta violación como señalando vías para combatirla. En este sentido, me gustaría recordar algunos de los elementos que han sido expresados, como la innegable extensión de la problemática, con más de 28,000 personas desaparecidas según cifras oficiales, y la persistencia de la impunidad que constituye un patrón que se mantiene desde las desapariciones cometidas durante el periodo conocido como la Guerra Sucia hasta el día de hoy. En ocasiones las autoridades no actúan de manera diligente frente a las denuncias de posibles desapariciones y en otros casos las investigaciones que adelantan no son eficaces.

En este contexto, en numerosas ocasiones son las familias las que se lanzan a la búsqueda de las personas desaparecidas, asumiendo numerosos riesgos, desde hostigamientos y amenazas hasta asesinatos. A pesar de este esfuerzo, no siempre las autoridades utilizan la información recabada por las familias.

Los testimonios de las personas que hoy nos acompañan, como Tita Radilla y Araceli Rodríguez, y las historias recogidas en la campaña que hoy se lanza, deben de ser nuestro mayor estímulo para sumarnos al fin que se persigue: no olvidarnos de los miles de personas que hoy se encuentran desaparecidas en México y de todas y todos sus familiares que viven la angustia permanente por desconocer el paradero de su ser querido.

Casos como “los otros de Iguala” deben hacernos conscientes que más allá de los casos con impacto mediático o de mayor conocimiento público, hay otras muchas desapariciones de personas que vienen ocurriendo recientemente, que no han sido esclarecidas y cuyas familias están buscando incansablemente a sus seres queridos y luchando con el silencio que impera sobre su situación.

Todos debemos aportar. Nadie puede estar satisfecho mostrando una lista de acciones realizadas, si a pesar de ellas el problema sigue. Debemos a las familias el dar resultados.

Para contribuir a la superación del problema de las desapariciones en México, los organismos internacionales de derechos humanos han realizado al Estado Mexicano más de 200 recomendaciones, que señalan desde actuaciones muy concretas (sobre registros, instituciones forenses, detención, tipificación, participación de las familias) hasta otras de carácter más general. Entre ellas están las que llaman a México a

–        Reconocer la dimensión del problema, como primer paso para solucionarlo.

–        Investigar sin demora todas las desapariciones, para garantizar el derecho a la justicia y poner fin a la impunidad.

–        Adoptar todas las medidas necesarias para una búsqueda efectiva.

–        Brindar apoyo y protección a las familias y a las personas y organizaciones defensoras de derechos humanos.

–        Investigar adecuadamente las desapariciones cometidas durante la “Guerra Sucia”.

–        Combatir y prevenir la violencia de género.

Hoy, esta campaña “No Olvidamos” es un aporte concreto para el reconocimiento de la dimensión del problema, al tiempo que dignifica a todas las víctimas de desapariciones y sus familias.

Me gustaría concluir mi intervención agradeciendo a la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos el lanzamiento de esta campaña, porque no olvidamos, ni debemos olvidar nunca a las personas desaparecidas ni a sus familias.

Finalmente, quisiera reafirmar el compromiso de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y el mío propio con las personas desaparecidas y con las familias que cada día enfrentan este horror. Al igual que hemos trabajado en procesos legislativos, documentado casos, trabajado en procesos para la implementación local de mejoras, seguiremos haciéndolo y con su ayuda buscando nuevas maneras de ser más efectivos.

Mis mejores deseos para que la Campaña “No Olvidamos” sea un gran éxito. Muchas gracias.

Fin