Igualdad de género para un futuro mejor | Mensaje de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet
(7 de diciembre de 2021) La Alta Comisionada participó en una conferencia organizada por la Universidad Nacional Autónoma de México, que forma parte de una serie que destaca “mujeres líderes por un futuro sustentable”. La Alta Comisionada resaltó la importancia de la igualdad de género para un futuro mejor.
Señor Rector, Dr. Enrique Graue,
Dra. Patricia Dolores Dávila Aranda,
Amigos y amigas,
Me complace dirigirme a ustedes en el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos.
Agradezco a la Universidad Nacional Autónoma de México por resaltar el papel de las mujeres, líderes en diferentes ramas, para que superemos los retos que tenemos por delante.
En este contexto, reconozco el rol internacional de México en los esfuerzos hacia una justicia climática con perspectiva de género; en estrategias para la eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres; y el fortalecimiento de los liderazgos y movimientos feministas.
Estos y otros importantes temas fueron plasmados en el Plan de Aceleración Global para la Igualdad de Género, resultado del Foro Generación Igualdad de inicios de marzo de este año que tuvo lugar en México.
Asimismo, aún que con enormes retos, México ha demostrado el compromiso firme de fortalecer la protección de los derechos humanos de las mujeres y niñas. Mi Oficina seguirá trabajando de la mano con el Estado mexicano y la sociedad mexicana para lograrlo.
Lo haremos porque la igualdad de género es una cuestión de derechos humanos. Y es también un requisito previo para que nos recuperemos mejor de la pandemia del COVID-19, la mayor y más compleja crisis de nuestra generación. También lo es para que abordemos eficazmente la triple crisis planetaria del cambio climático, la polución y la pérdida de biodiversidad.
Tenemos muchos ejemplos concretos que nos muestran por qué.
En los gobiernos, la participación significativa de las mujeres conduce a mayores inversiones en protección social, medio ambiente y justicia climática. En las negociaciones de paz, está vinculada a soluciones más duraderas. Y en el sector privado, a un mejor rendimiento empresarial.
Algunos estudios han encontrado correlaciones entre las mujeres en puestos de autoridad política y una menor huella de carbono nacional, entre los parlamentos con una mayor proporción de mujeres y la ratificación de tratados medioambientales, y entre un mayor porcentaje de mujeres en los consejos de administración de las empresas y la divulgación de información sobre las emisiones de carbono.
Además, una estimación señala que se podrían añadir hasta 12 billones de dólares al producto interior bruto mundial de aquí a 2025 si se promoviera la igualdad de las mujeres.
Sin embargo, actualmente, estas crisis mundiales afectan de forma desproporcionada a las mujeres y las niñas, especialmente a las que se enfrentan a múltiples e interrelacionadas formas de discriminación. Se está diluyendo los avances logrados con tanto esfuerzo en materia de igualdad de género.
En este contexto de crecientes desigualdades, está claro que debemos orientar nuestros esfuerzos hacia una economía basada en los derechos humanos y con perspectiva de género.
Pero, ¿cómo podemos lograr esto en la práctica?
En primer lugar, tenemos que asegurar que las mujeres y las niñas en toda su diversidad estén presentes en la mesa de toma de decisiones. Pues, aunque están actuando como agentes de cambio en todo el mundo – a nivel mundial, entre marzo y diciembre de 2020 se celebraron 5.012 manifestaciones de mujeres – sus voces a menudo no son escuchadas.
Como yo misma he señalado en repetidas ocasiones, las mujeres sólo representan el 24% de los miembros de los grupos de trabajo nacionales sobre la pandemia de COVID-19. Y sólo cuatro países del mundo tienen un parlamento con al menos un 50% de mujeres.
Necesitamos apoyar el liderazgo feminista y los movimientos feministas – especialmente frente a una fuerte reacción contra los derechos de las mujeres y con un espacio cívico que desafortunadamente se reduce en varias latitudes del planeta. En los años 2018-19, las organizaciones de derechos de las mujeres recibieron solo alrededor del 1% de la ayuda bilateral asignada a la igualdad de género.
Debemos unir nuestras fuerzas y actuar de forma solidaria.
Cada una de nosotras y nosotros podemos denunciar las actitudes sexistas; celebrar el éxito de las mujeres en el poder; animar a las jóvenes a ser francas; y exigir a los Estados que actúen.
En segundo lugar, debemos proteger el sustento, la vida y el bienestar de las mujeres y las niñas, mediante una economía feminista y de derechos humanos.
Los medios de subsistencia de las mujeres se vieron mayormente afectados por la pandemia de la COVID-19 que los de los hombres. Sin embargo, las políticas económicas y fiscales para la recuperación rara vez incorporan una perspectiva de género.
La recesión de los servicios públicos tiene un fuerte impacto de género. Las mujeres, en particular las de bajos ingresos, se enfrentarán a un impacto regresivo, ya que tienen una fuerte presencia como trabajadoras de primera línea del sector público; tienden a utilizar más los servicios públicos y las transferencias, y se espera que sean las proveedoras de atención por defecto cuando se recortan los servicios públicos.
Debemos aumentar las inversiones públicas en sanidad, educación y sistemas de protección social. También debemos reconocer el verdadero valor del trabajo de cuidados, por ejemplo, calculando el trabajo de cuidados no remunerado en las cotizaciones de las pensiones, como hizo Argentina.
Y precisamos distribuir las responsabilidades de cuidados de forma más equitativa entre mujeres y hombres, y entre las familias, el Estado y el mercado.
Y, sin embargo, la mayoría de los países prevén recortes presupuestarios en los próximos años. Es preocupante la previsión de que el 85% de la población mundial vivirá en condiciones de austeridad el año que viene, una tendencia que probablemente continuará al menos hasta 2025.
No podemos repetir errores del pasado.
Durante las últimas décadas, los modelos económicos de muchos países se han basado cada vez más en medidas de austeridad. Las inversiones públicas para proteger a las personas y al planeta se han reducido, incluso debido a la fuerte carga de la deuda externa. La fiscalidad se ha centrado más en el estímulo a corto plazo, recortando los impuestos a las personas más ricas y a las grandes empresas, en lugar de basarse en una fiscalidad progresiva y ecológica.
Invertir en la protección social y en la economía de los cuidados es una política inteligente.
Saludo que en México se hubiesen dado importantes discusiones al respecto y se esté avanzando hacia la creación de una política nacional de cuidados. Esto puede tener un efecto amplificador no sólo para la igualdad de género, sino también para potenciales y grandes beneficios económicos, como reconoce el reciente documento técnico del Departamento del Tesoro de EE.UU.
Para proteger los medios de subsistencia de las mujeres, también debemos eliminar las leyes, políticas y prácticas discriminatorias que obstaculizan la participación igualitaria de las mujeres y las niñas en las actividades económicas.
Por ejemplo, el 40% de los países tienen al menos una restricción al derecho a la propiedad de las mujeres. Las mujeres siguen cobrando en promedio un 20% menos que los hombres por trabajo similar en todo el mundo. Las mujeres y las niñas constituyen la mayoría de los 3.700 millones de personas que se calcula que no están conectadas a Internet. Y las políticas de cambio hacia una economía verde, claves para la acción climática, tienden a no incluir medidas concretas de igualdad de género.
Debemos garantizar la igualdad de condiciones para las mujeres y las niñas.
Y, finalmente, para promover la participación igualitaria de las mujeres y las niñas, debemos proteger su autonomía corporal, que es la base de una vida digna.
La violencia de género es un obstáculo importante para que las mujeres y las niñas participen en la educación y en la vida económica y pública. Antes de la pandemia, una de cada tres mujeres había sufrido algún tipo de violencia de género al menos una vez en su vida.
Con la pandemia, asistimos a un fuerte aumento de la violencia de género, como la violencia doméstica y los matrimonios infantiles. El acceso a los servicios, bienes e información para la salud y los derechos sexuales y reproductivos se ha reducido considerablemente en algunos países.
Cerca de 10 millones de niñas más correrán el riesgo de ser víctimas de matrimonios infantiles en la próxima década; 12 millones de mujeres perdieron el acceso a la anticoncepción, lo que provocó 1,4 millones de embarazos no deseados. En la región de Centroamérica y América Latina, la pandemia de COVID-19 se convirtió en la principal causa de muerte de mujeres embarazadas.
A pesar de las medidas proactivas y creativas adoptadas por muchos países para abordar estos retos, siguen existiendo lagunas. Las respuestas no llegan a los grupos de mujeres y niñas que se enfrentan a formas múltiples e interrelacionadas de discriminación, y muchas medidas no cuentan con la financiación adecuada.
Debemos seguir aumentando y manteniendo nuestros esfuerzos para proteger la autonomía corporal de las mujeres y las niñas y su libertad sin violencia.
Amigas y amigos,
Al igual que en el caso de la crisis de COVID-19, las repercusiones negativas de la degradación del medio ambiente sobre los derechos humanos también afectan de forma desproporcionada a las mujeres y las niñas. Se ven reforzados y multiplicados por la discriminación y la violencia de género, los estereotipos, las limitaciones de recursos, las diferentes necesidades nutricionales y sanitarias y el acceso a las mismas, y los diferentes niveles de exposición a la contaminación y a las sustancias peligrosas.
Para abordar eficazmente estos impactos, las mujeres, las niñas y las personas con diversas identidades de género deben ser incluidas en la toma de decisiones sobre el medio ambiente. Y a pesar de los obstáculos, ya están ejerciendo un liderazgo decisivo en esta lucha.
Una mujer estuvo al frente de la secretaría de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático cuando se elaboró el Acuerdo de París y otra mujer fue la representante especial del país anfitrión, desempeñando un papel fundamental. El vibrante y vital movimiento medioambiental de los jóvenes está liderado y alimentado por mujeres jóvenes, incluida la mexicana Xiye Bastida.
Las mujeres también desempeñan un papel importante en la creación de medios de vida sostenibles. Según la FAO, si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos productivos que los hombres, podrían aumentar el rendimiento de sus explotaciones entre un 20% y un 30%, lo que podría reducir el hambre en el mundo entre un 12% y un 17%. Esto también reduciría las demandas de uso de la tierra y los impactos ambientales relacionados.
Las mujeres y las niñas defensoras de los derechos humanos medioambientales, incluidas las mujeres y las niñas indígenas, lideran las luchas para proteger sus tierras, sus hogares y sus comunidades de la degradación y la destrucción del medio ambiente, a menudo con gran riesgo personal para ellas mismas.
Proteger, celebrar y defender a las mujeres y niñas que defienden los ecosistemas y los derechos humanos, desde las selvas tropicales y tundras más remotas hasta los pódiums de las reuniones mundiales de alto nivel, es tanto una obligación legal como una necesidad práctica. Como hemos visto, las ideas, las voces y las acciones de las mujeres y las niñas han demostrado ser esenciales para construir un futuro mejor para las personas y el planeta.
Es sencillo: no podemos afrontar los retos actuales si seguimos excluyendo al 52% de la población del liderazgo y la toma de decisiones. Nadie aconsejaría a un entrenador que jugara sólo con la mitad de su equipo.
Para llegar al mundo que queremos después de 2030, como sugiere su conferencia, debemos garantizar ahora la igual participación de las mujeres y las niñas en nuestros esfuerzos para recuperarnos mejor, y crear sociedades más ecológicas, seguras, justas y sostenibles.
En otras palabras: sobre la igualdad de género se construirá un futuro mejor.
Cuento con ustedes para seguir contribuyendo al disfrute de los derechos humanos de las mujeres en todo el mundo.
Gracias.
Fin