Palabras Jan Jarab para el Seminario Internacional sobre Reparación Integral
CDMX, 3 de octubre de 2018
¡Muy buenos días a todas y todos!
Es para nuestra Oficina un honor ser co-convocante de este Seminario Internacional sobre Reparación Integral, y para mí en lo personal un placer estar aquí con tantos colegas y amigos – con las víctimas, con activistas y con funcionarios públicos comprometidos.
De acuerdo al derecho internacional toda víctima de una violación a los derechos humanos tiene el derecho a recibir una reparación integral. Esta obligación se encuentra ampliamente reconocida en la normativa internacional, en la jurisprudencia y en la doctrina desarrollada por los organismos internacionales de derechos humanos.
No obstante su amplio desarrollo a nivel internacional y su reconocimiento a nivel doméstico, es justo reconocer que la mayoría de las víctimas de violaciones a los derechos humanos en México no reciben ningún tipo de reparación. Los obstáculos son diversos y en ocasiones dan la impresión de ser irremontables. Los avances que se registran en el plano normativo e institucional no deben confundirnos: la brecha es inmensa entre la normatividad y la implementación.
Cuando hablamos de la falta de reparación, no solamente hablamos del quebrantamiento de un deber jurídico. La violación a un derecho humano puede resultar abrumadora para las víctimas, sus consecuencias pueden ser duraderas para ellas y sus familias, y trascender a generaciones. El hecho de que no se apliquen medidas que resarzan la lesión causada (así sea parcialmente, ya que el daño es por lo general imposible de neutralizar del todo), tiene consecuencias aún más devastadoras para las víctimas. La ausencia de reparación es en sí misma una forma de re-victimización, esto es, una forma de reproducción del ciclo de las violaciones de derechos humanos.
Las víctimas merecen ser reconocidas como titulares de derechos. No son acciones de caridad, a lo que tienen derecho. Tampoco es una medida mecánica como la que se causa ante un siniestro que habilita el cobro de una póliza de un seguro. La reparación, para funcionar como tal, debe:
- partir de la identificación y el reconocimiento del hecho victimizante,
- ver en la persona a un ser humano agraviado,
- ser provista de manera proporcional a la lesión causada e
- incluir de manera holística y acumulativa medidas de restitución, compensación, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición.
Para ser eficaces, las reparaciones precisan
- adoptar un enfoque diferenciado que preste atención a las desigualdades y a la discriminación estructural existente y
- nunca deben condicionarse a prestaciones adicionales que inhiban el ejercicio del derecho.
Dije que las víctimas tienen que ser reconocidas como titulares de derechos… pero tenemos que precisar que la asignación de una adecuada reparación debe distinguirse de la asignación de ciertos servicios básicos a los que de por sí toda persona tiene derecho. Para alcanzar su objetivo, la reparación debe distinguirse de su origen, función y cometido de los programas de desarrollo. Las víctimas tienen derecho a una reparación por su condición de víctimas, y no a la satisfacción de un derecho por su condición de seres humanos. El beneficio debe ser distinto, porque distinta es la causa que lo genera.
Además, los beneficios de las reparaciones no se limitan las victimas que adquieren la condición de beneficiarias. En efecto, la provisión de una adecuada reparación también contribuye a:
- irradiar confianza en las instituciones (y esto se necesita mucho en México),
- fortalecer el estado de derecho,
- estimular la integración social y
- potenciar la vigencia de los valores y principios democráticos.
Dicho de otro modo, sus repercusiones positivas alcanzan también a la sociedad en su conjunto y tiene efectos intangibles acumulativos.
Por la relevancia del tema es que tres instituciones -la CEAV, la CNDH y la Oficina que represento en México- hemos decidido convocar a un espacio de reflexión que permita deliberar en un ambiente de pluralidad los principales retos que enfrenta el país para proveer una justa reparación a las víctimas.
La diversidad de actores aquí convocados tenemos la importante misión de identificar con honestidad las limitaciones en torno a lo que se ha hecho, pero también las alternativas que permitan definir lo que hay que hacer. Esta tarea cobra aún mayor relevancia ante el próximo cambio de gobierno, el cual ha anunciado la adopción de un programa de justicia transicional, que deberá incluir un programa administrativo a gran escala para las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos.
Espero que el seminario que arranca resulte en un espacio inspirador del que se pueden desprender elementos positivos que hagan posible la materialización del derecho a la reparación de las víctimas, bajo esquemas ágiles y no burocráticos que recuperen las mejores prácticas nacionales y los más altos estándares internacionales.
¡Muchas gracias!
Fin