“Dejemos de tratar a los migrantes como ciudadanos de segunda clase”, dice la Alta Comisionada para los DD HH

GINEBRA (18 de diciembre de 2009) — “En los últimos años, se han registrado casos de migrantes – incluidas personas que podrían ser refugiadas – muertos por agentes de las fuerzas de seguridad, u obligados a morir en el desierto mientras intentaban cruzar las fronteras del Norte de África. Se considera que centenares más han perdido la vida después de haber sido regresados al Océano Indio en barcos con motores dañados. Muchos otros han fallecido recurrentemente mientras intentaban evadir naves guardacostas y de las fuerzas navales desplegadas por las naciones más ricas del mundo, o después de haber sido hacinados en embarcaciones en mal estado por contrabandistas despiadados que parecen, en algunos países, actuar con total impunidad”.

“Otros mueren a causa de minas antipersona, o de frío en montañas remotas, o son violados u obligados a realizar trabajo forzado o a prostituirse, bien sea en países desarrollados o en vía de desarrollo. En algunos países, las comunidades migrantes son acorraladas por las autoridades, o han tenido que escapar para salvar sus vidas de ataques de turbas, viendo sus casas y negocios saqueados”.

“A pesar de este costo tan elevado, se presta una atención particularmente reducida a todas estas muertes y violaciones crónicas de los derechos humanos de tantos hombres, mujeres, niños y niñas en situación de extrema vulnerabilidad”.

“La reacción más común parece ser un encogimiento de hombros colectivo: las muertes son tristes, por supuesto, pero es su culpa ya que intentan entrar a otros países sin estar invitados. La conclusión obvia es que muchos de nosotros – políticos, autoridades estatales, medios de comunicación y el público en general – consideran a los migrantes, especialmente los migrantes pobres, como seres humanos de segunda clase, que de alguna forma no tienen los mismos derechos que los otros.”

“Es probable que el Día Internacional de los Migrantes este año dé lugar a expresiones simbólicas de preocupación antes de que regresamos a nuestra costumbre habitual: mantener los migrantes afuera, culpar a los que ya están en nuestros países de una parte de nuestros problemas sociales o económicos – mientras al mismo tiempo, seguimos dispuestos a explotarlos como mano de obra barata. Probablemente, seguirá o empeorará la tendencia a la criminalización de la migración ilegal y el uso de la detención para desanimar la llegada de más personas”.

“Este tipo de políticas viola a menudo los derechos humanos de los migrantes y contribuye a los

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