La resistencia de Temacapulín: cómo una valiente comunidad salvó a tres pueblos de la destrucción
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El sol abrasador inundaba las calles de Temacapulín, Jalisco, México. Las fachadas de las casas parecían susurrar historias antiguas mientras el pueblo entero se refugiaba en el frescor de sus hogares, dejando las calles desiertas bajo el implacable calor.
En su hogar, con un vaso de agua fresca de sandía en mano, Doña María Abigail Agredano Sánchez nos contó generosamente sobre la lucha por su pueblo, conocido cariñosamente como Temaca. Designado pueblo mágico en 2023, Temacapulín tomó su nombre del náhuatl Temaxcalli, que significa “baño termal”. El pueblo estuvo a punto de desaparecer bajo el agua.
Pero la amenaza no provenía de la naturaleza. Desde 2008, Temacapulín ha sido el epicentro de una resistencia que trasciende fronteras. Sus habitantes han defendido su tierra, tradiciones y medio ambiente contra la construcción de la presa El Zapotillo, un proyecto cuyo diseño original habría implicado la inundación de los pueblos de Temacapulín, Acasico y Palmarejo para abastecer de agua a otras regiones del estado de Jalisco.
El pueblo resistió y logró modificar el proyecto de la presa para prevenir la inundación.
“Mi motivación [para luchar] fue el amor a mi pueblo, a no perder mi identidad, a que mis nietos vengan a estar aquí”, dijo Agredano Sánchez. Para ella, la defensa del medio ambiente también es fundamental.
Cada día vemos cómo va avanzando esto del cambio climático. Lo estamos viviendo y pues queremos tener un mejor futuro para nuestros hijos.
– Doña María Abigail Agredano Sánchez, defensora de derechos humanos
“Soy madre de familia y nunca me han gustado las injusticias. Por eso me involucré en esta lucha”, dijo Agredano Sánchez.
La posibilidad de perder su hogar y su identidad cultural impulsó a la comunidad a organizarse desde 2008, primero sin apoyo externo y luego con el respaldo del Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (IMDEC), abogados, activistas y ONU Derechos Humanos.
Don Alfonso Pérez Íñiguez, también líder en la lucha, recordó que en 2005 circulaban rumores sobre la posible construcción de diques para evitar inundaciones. Sin embargo, ese mismo año, los diques que protegían Nueva Orleans cedieron ante el huracán Katrina, lo que generó temor entre los pobladores de Temacapulín.
En ese momento, no había información clara ni respuestas del gobierno.
“Nos enteramos por los medios de que iban a hacer una presa aquí y que nos iban a inundar. Entonces nosotros nos organizamos”, dijo Agredano Sánchez.
La incertidumbre sobre su futuro, la posibilidad de perder su hogar y las profundas raíces que los unían al pueblo generaron serios problemas psicológicos entre los habitantes.
“Se hizo un peritaje [psicológico] en todo el pueblo. Ahorita tenemos asistencia psicológica. Hay un grupo de psicólogos que está viniendo constantemente a apoyarnos”, dijo Agredano Sánchez. “Ha sido muy importante porque en realidad sí lo necesitamos todos, porque quedamos todos traumados, todos mal”.
Bajo el proyecto de la presa, en algunos de los pueblos se logró convencer a algunos pobladores abandonar sus hogares a cambio de una retribución económica baja y muchas casas fueron demolidas. Esto generó divisiones entre la población, añadió Agredano Sánchez.
Agredano Sánchez rememoró uno de los momentos más críticos de la lucha durante la toma de la presa en 2011. Permanecieron ahí durante una semana y tres órdenes de aprehensión fueron giradas, incluyendo una en contra de ella. Tenían miedo de que los mandaran matar.
“Yo fui la única mujer con orden de aprehensión. Claro que tuvimos miedo y todo, pero no paramos la lucha”, dijo.
A partir de esta acción colectiva, la Secretaría de Gobernación llegó al pueblo a proponer mesas de diálogo, mismas que se iniciaron. Sin embargo, para Agredano Sánchez fue muy doloroso ver cómo las instancias gubernamentales no les tomaban en serio.
Para Pérez Íñiguez, la fe en Dios y en ellos mismos y el aprendizaje de otras resistencias en México contra represas y megaproyectos fueron elementos clave en su lucha.
“El IMDEC nos abrió las fronteras porque nos comunicó con luchas internacionales y nacionales. Nos llevó con los yaquis a Sonora, con las luchas de Oaxaca y Chiapas”, dijo Pérez Íñiguez.
Pérez Íñiguez dijo que Pedro Arrojo-Agudo, quien es actualmente el Relator Especial sobre el derecho al agua y al saneamiento, también les dio un gran aliento.
“Y lo logramos”, añadió.
Apoyo para la lucha y la victoria colectivas
ONU Derechos Humanos en México ha dado acompañamiento al caso de las comunidades afectadas por la construcción de la presa El Zapotillo. Por ejemplo, colaboró con la visita oficial del Relator Especial sobre el Derecho a la Alimentación en 2011 que incluyó a las comunidades afectadas por la construcción de la presa.
“La Oficina ha participado en múltiples reuniones entre las comunidades y las autoridades, así como en misiones de monitoreo, para impulsar la aplicación de estándares internacionales sobre los derechos a la vivienda, a la alimentación, al agua y a la reparación integral, entre otros”, dijo Jesús Peña Palacios, Representante Adjunto de la ONU Derechos Humanos en México.
La ONU nos dio una luz, una esperanza, porque sabemos que no sólo es aquí, sino es internacional y fue algo muy grande para nosotros saber que la ONU estuvo presente con nosotros varias veces. Eso nos motiva a seguir.
– Doña María Abigail Agredano Sánchez, defensora de derechos humanos
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Doña María Abigail Agredano Sánchez, una defensora de derechos humanos mexicana que ha liderado la lucha por su pueblo, Temacapulín, ante la amenaza de ser inundado por la presa de El Zapotillo. © ACNUDH/Vincent Tremeau
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Don Alfonso Pérez Íñiguez, un defensor de derechos humanos mexicano que ha liderado la lucha por su pueblo, Temacapulín, ante la amenaza der ser inundado por la presa de El Zapotillo. © ACNUDH/Vincent Tremeau
Fin